martes, enero 12, 2010

La ciencia en el arte


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¡Atención! Siguiente parada en... Alemania

Núrenberg, un estado que refleja desde el primer vistazo todo el arte renacentista, especialmente gótico del lugar. Hermoso por sus calles y edificaciones. Podría decirse que tiene zonas arquitectónicas tan bellas equiparables a Venecia, ya que se encuentra a orillas del río Pegnitz que hizo que las puertas de la creatividad se abrieran por completo para demostrarnos bellas casas sostenidas con puentes desafiando las leyes de la gravedad.

Aquí también se puede encontrar un castillo real al estilo de los que podemos apreciar en películas que representan la época medieval. Mostrándonos en el horizonte largas torres y picos desafiantes que deslumbrarán por sus estilizados bordes de piedras.

También, no debemos olvidar que fué elegida como cede del congreso Nazi por el mismísimo Adolf Hitler. Y donde se hicieron juicios a los que cometieron crímenes contra la humanidad en la Segunda Guerra Mundial.

Fué hogar también de uno de los mejores representantes del arte renacentista a finales de 1400 y principios de 1500. El alemán Alberto Durero (Albercht Dürer), quien no sólo fué un pintor por excelencia, sino que pudo amalgamar de manera perfecta dos ramas que parecen ser totalmente contrarias. El arte y la ciencia. Una por sus intentos por demostrar la pasión y emociones del humano, y la otra por buscar la exactitud y tratar de forma rigurosa sus tratados, pareciera que nunca se encontrarían.

Durero tiene magníficas muestras de su gusto por la belleza del catolicismo como en su cuadro Adán y Eva, El diluvio, o Los Cuatro Apóstoles, pero así como muchos artistas como DaVinci, ocultaba su pasión por la ciencia dentro de sus mismas creaciones.

Melancolía I es un ejemplo claro de esto. Una extraña imágen en la que podremos apreciar un ángel pensativo dentro de un entorno desordenado, es un ejemplo claro del orden dentro del caos. Allí podemos encontrar múltiples objetos como campanas, relojes, figuras geométricas balanzas y objetos que sirven para la construcción y carpintería que nos dejarán un sentimiento de saturación.

Sin embargo, es una de sus obras más enigmáticas, ya que es portadora de símbolos diferentes significados ocultos y misteriosos. En sí, la figura celestial representa al hombre, que por sus capacidades mentales también es un dios y todos los objetos a su alrededor son muestra de ello. Hemos sido capaces de crear cosas tan magníficas que deberíamos considerarnos deidades al igual que el mismísimo creador.

Uno de los detalles más impresionantes, es que debajo de la campana, se encuentra un perfecto cuádro mágico matemático que a pesar de sus 16 caracteres, es de muy alta dificultad.

16/3/2/13
5/10/11/8
9/6/7/12
4/15/14/1

El número elegido es el 34 ya que la suma de los números en cada una de sus columnas, líneas y diagonales es siempre el mismo. Pero no solo eso, el cuado central (El que abarca los caracteres 10, 11, 6 y 7) y sus esquinas (16, 13, 4 y 1) darán el mismo resultado.

Como detalle adicional, pudo acomodar en los espacios centrales de la última línea la fecha en que concluyó su admirable grabado, 1514.

Con obras como ésta, que nos sorprenderán en cualquier oportunidad y en las que encontraremos detalles cada ocasión que las veamos, son las que en realidad demuestran de lo que se es posible crear con entusiasmo y dedicación en nuestra vocación.

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